- Parque Natural de Timanfaya: Su paisaje lunar se formó hace dos siglos y medio, durante una de las últimas grandes erupciones volcánicas de Canarias

- Mirador del Río: Creado por César Manrique es una antigua posición artillera, ofrece una magnífica vista de la isla La Graciosa.

- El Golfo es un cráter volcánico partido por la mitad, que forma uno de los escenarios naturales más espectaculares de la isla.

- Teguise: Con nombre de princesa indígena, fue la capital hasta 1852. Sus calles están repletas de palacios y conventos.

- La Geria: Entre Yaiza y Tías la acción humana ha modificado la naturaleza para crear un paisaje que es la versión canaria del jardín zen.

La capital de la isla, Arrecife, es una ciudad de casas bajas y blancas entre las que sobresale la torre de alguna iglesia, Arrecife fue fondadero antes que villa, y su puerto es la razón de ser del núcleo de población.

Visita imprescindible es el muelle de la Pescadería. A un lado de éste quedan las playas del Cable y del Reducto, mientras que por el otro el frente marítimo continúa hasta el puente de las Bolas y el castillo de San Gabriel donde se ha instalado el Museo Arqueológico local. Por otra parte, el castillo de San José es actualmente sede del Museo Internacional de Arte Contemporáneo.

Hacia el Norte, en Taro de Tahiche se encuentra la Fuindación César Manrique que ocupa la antigua casa del artista. Es el lugar donde mejor se aprecian su personalidad y su genio, a través de una original construcción arquitectónica que aprovecha las burbujas subterráneas formadas durante las erupciones volcánicas.

Siguiendo la carretera hacia el norte y dejando atrás Guatiza aparece el Jardín de Cactos, otra de las creaciones de César Manrique donde se han reunido más de mil especies

Los Jameos del Agua es tal vez la creación más conocida de César Manrique; aquí construyó una sugestiva implantación artística dentro de un tubo volcánico donde la naturaleza se ha expresado con enorme belleza.

El Mirador del Río es otra construcción de César Manrique integrada en el paisaje. Desde aquí se emprende la travesía hacia La Graciosa, justo al norte de Lanzarote, en barcos que atraviesan El Río, un estrecho brazo de mar que separa ambas islas.

La Graciosa es la mayor isla del archipiélago Chinijo y en ella se debe visitar la caleta del Sebo, un poblado de casas blancas a orillas del mar...

En el interior de Lanzarote exhibe un paisaje sugerente, con escenarios casi africanos a sólo dos pasos de las playas donde los visitantes toman el sol. Rodeados de decenas de conos volcánicos se encuentran viejos aljibes y molinos de viento; cultivos que sobreviven gracias a la humedad que los campos de lava absorben durante la noche; viñedos de los que se obtiene la malvasía, un vino que mencionó Shakespeare en su obra.

Por otra parte, la región de la Haría (el Valle de las Palmeras) ofrece la imagen perfecta de un oasis rodeado de palmeras, aunque esté al pie mismo del volcán Guanapay, coronado por el castillo de Santa Bárbara. Abajo está Teguise, antigua capital de Lanzarote y villa de porte recio que conserva un cogollo de palacios y conventos con balconadas y portalones verdes.

La excursión más típica en la isla es la del paseo en camello por el Timanfaya, pero existe otra aún más original. Se trata de la excursión a caballo a la playa del Pozo. El camino pasa por la carretera de Arrecife a Yaiza y accede a la senda de Uga hasta llegar a la Montaña Bermeja donde se puede disfrutar de una fantástica vista del Atlántico y la isla de Lobos.

Teguise parece una isla blanca en medio del negro mar de lava. Más al sur se hallan los pueblos del valle de la Gería - Tías, Uga y Yaiza - que siguen pareciendo pedazos desérticos arrancados a un Sáhara en realidad no tan lejano.

- Uga se construyó sobre los restos de un pueblo anterior que, como tantos otros lugares de Lanzarote, quedó sepulatdo por las dos principales erupciones volcánicas del siglo XVIII. La población es también cuna de la lucha canaria uno de los deportes más populares de las islas.

- El Golfo es uno de esos enclaves sorprendentes que sólo existen en Lanzarote. Desde su borde se ve un paisaje indescriptible, como si el mar hubiese mordido el cráter de un volcán dejando una media luna de roca. A sus pies una laguna brilla entre colores: el verde del agua, el negro de la piedra, el gris de la arena y el azul del océano.

Pero la verdadera joya de Lanzarote es Parque Nacional de Timanfaya, un desierto volcánico creado por las erupciones del siglo XVIII que cubrieron de lava buena parte de la isla. Aquellas explosiones trastocaron el relieve, sepultaron poblaciones y llevaron la visión del comienzo del mundo a sus asombrados espectadores. Sobre este mar de lava, con formas que parecen olas petrificadas, surgió la vida.

Decenas de especies colonizan tan inhóspito lugar. Los guías del parque echan agua en las hendiduras del terreno y brota un chorro de vapor. Tal es el calor que surge aún del interior de este pedazo del mundo que parece recién engendrado.

La cocina local destaca por el gofio (preparado hecho con harina de maiz tostada), el caldo de pescado con papas y cilantro, el sancocho de pescado, los salpicones, el cabrito, las papas arrugadas (se cuecen con piel) con mojo canario, los guisos de pescado, el potaje y los quesos de cabra. El vino malvasía es de degustación obligada.

De entre la decena de bodegas de Lanzarote se distingue El Grifo por ser la más antigua de Canarias. La bodega El Grifo está abierta desde 1775 y en la actualidad ha añadido a sus funciones de bodega las de museo. El pájaro mitológico que aparece en la entrada, obra de César Manrique, da la bienvenida a los visitantes que van a conocer los caldos isleños, caracterizados por un intenso sabor,

Las plumas de los más ilustres de la literatura ya sabían de las virtudes del vino de malvasía: Walter Scott, Goldini y el mismísimo Willian Shakespeare lo citan en sus escritos.

En Lanzarote se puede encontrar buena artesanía en forma de vasijas, cerámicas y tarros de barro. Son famosos los instrumentos de cuerda, como el timple lanzaroteño. También se confeccionan tejidos con rosetas, encajes y frescos sombreros de paja. En Teguise se celebra un mercadillo todos los domingos.